
Verano 1993
Un sombrío film, sobre Frida (Laia Artigas), una niña de seis años que sufre la muerte de su madre quien cae enferma de sida.
Los tabúes y los prejuicios de la época quedan de una magnífica sutileza dibujados. Y Laia Artigas nos interpreta a la perfección a aquella niña a la que no se le cuenta nada, de la que los adultos creen que no se entera de las cosas ni falta que hace. Su actuación, junto con un buen guión recrean a la perfección cada una de las fases de duelo, y la adaptación a un nuevo hogar que lleva a cabo la niña de seis años. Los planos de la película, que sitúan la cámara a la medida de los ojos de Frida, nos llevan a ver y oír solamente la inmensidad de cosas que puede advertir la niña, consiguiendo que vivamos las cosas des de su piel.
Si el espectador espera una trama rápida que no vea la película. Rebozante de verosimilitud, la película peca de monótona y, es una pena, porque se puede perder la atención aunque el tema tratado no lo merezca. Sin embargo, podemos decir que es una buena ópera prima de Carla Simón, que nos aporta un interesante análisis y que no busca la lágrima fácil, sinó que el espectador sea un observador de la situación.
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